En el último siglo, los avances en la biología han permitido el desarrollo de la medicina regenerativa y la terapia celular.La capacidad regenerativa de diversos organismos y de algunos órganos era conocida desde tiempos inmemorables. Las evidencias de este conocimiento se encuentran plasmadas en mitos y leyendas de todas las culturas del mundo.
Gracias a las observaciones realizadas por diversos investigadores a través de la historia se documenta la capacidad de regeneración de animales inferiores como las estrellas de mar y algunos apéndices de los animales superiores, como las salamandras; estos conocimientos fueron fundamento para el desarrollo de una nueva área de la biología conocida como biología regenerativa, responsable del estudio y comprensión de los mecanismos celulares y moleculares de los tejidos que se regeneran y sus diferencias con los que no. Esta revolución en el campo de la biología, cuyo desarrollo ha permitido al área médica la implementación de nuevas herramientas para el estudio, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que previamente eran intratables.
Aunque el empleo de células y sus productos para el tratamiento o paliación de una enfermedad son una realidad, no implican una opción terapéutica de primera elección y su uso está restringido a ciertos padecimientos que no cuentan con otra opción de tratamiento o en donde lamentablemente los tratamientos convencionales no han sido eficaces; uno de los riesgos que implica el empleo de células manipuladas es la potencial transformación de éstas en tumores, lo que limita su uso a una adecuada valoración de riesgo-beneficio.
La terapia celular y la medicina regenerativa son una realidad, aunque en este momento sólo está limitada a ciertas patologías muy bien definidas como quemaduras, leucemia, enfermedad injerto contra hospedero, algunos defectos de hueso y lesiones articulares; las posibles aplicaciones potenciales en otras entidades están en etapa experimental y no son una práctica clínica establecida y autorizada por lo menos en la mayoría de los países con legislaciones claras. Lamentablemente existen países donde personas sin escrúpulos han empezado a emplear sin ningún rigor tanto científico, como de producción de buenas prácticas, condiciones indispensables y necesarias para el adecuado empleo de estas nuevas opciones terapéuticas. Por lo que resulta preponderante que en nuestro país se establezca la certeza científica y jurídica para regular el empleo de estas nuevas formas de tratamiento y poder modificar la imagen con la que contamos ante el mundo.




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